Al ingresar al mercado asiático, Cemex consideró riesgos potenciales en los países de la región, por ejemplo, aquellos provenientes de cambios en la jefatura del gobierno (la posible destitución de presidente) debido, entre otros problemas, a los elevados índices de pobreza y marginación; la estrechez de las clase media y la abrumadora presión fiscal a la clase dominante, no sin menoscabo de la incertidumbre propiciada por la crisis financiera asiática. La empresa consideró ciertos riesgos de tipo financiero, de controles en el pago de dividendos (o bien, el pago de permisos para producir), de impacto ecológico de las plantas de producción, de distribución de los productos y de adquisición de insumos. Finalmente, las precarias condiciones económicas propiciaban un alto índice de corrupción en las esferas privadas y gubernamentales.

Este tipo de complicaciones o riesgos, de estar presentes, pondrían en serios problemas la planeación de expandirse a otros mercados de Asia, de los cuales la mejor opción y puerta de entrada sin duda era Indonesia.

 

Dos elementos equilibraban estas difíciles decisiones: la necesidad del gobierno indonesio de fortalecer su infraestructura, así como el evidente bajo costo de la mano de obra, debido a la crisis económica y al nulo crecimiento que vivía el país. Indonesia requería la creación de empleos permanentes, así como acelerar la entrada de dinero foráneo para volver a fortalecer su economía.

 

La presencia de Cemex a nivel internacional no estuvo exenta de presiones de toda índole. De hecho, como veremos en la siguiente nota periodística, muchos riesgos están presentes a toda hora y son el resultado de decisiones de tipo político o de hegemonía regional.