Importancia de la Administración estratégica

La administración estratégica, en forma de secuencia, incluye la definición de una misión y la transformación de ésta en objetivos y metas claros que permitan definir e instrumentar una estructura congruente. Condiciones necesarias, mas no suficientes para el éxito, pues se requiere de una serie de estrategias o formas de acción diseñadas para alcanzar los objetivos y metas propuestos. Las estrategias requieren de instrumentación, la cual se lleva a cabo a través de la definición de políticas y procedimientos, factores que permiten establecer una disciplina de trabajo y el ambiente propicio para que las relaciones humanas se den y se consiga un incremento en la calidad de vida de todas las personas que tratan y negocian con la empresa.

La definición anterior cuenta con muchos elementos, todos ellos críticos e importantes. Su importancia deriva de la dificultad de establecer una coordinación dentro de la secuencia anterior. Vista de otra forma, la administración estratégica podría concebirse como el conjunto de las obligaciones, los derechos y –en forma muy importante– las acciones del directivo principal de una organización, sea éste el presidente del consejo de administración, el director general o el gerente. Si fusionamos ambas definiciones, encontramos que la administración estratégica es el proceso de alcanzar una misión a través del uso de recursos humanos, financieros y materiales, así como del mantenimiento de un equilibrio entre las diversas demandas que los grupos internos y externos de la empresa le imponen a la misma.

Asimismo la existencia de todos los pasos anteriores y el establecimiento de un perfecto marco teórico de referencia no necesariamente preludian el éxito. El proceso de la administración estratégica es de un dinamismo tal que requiere de un seguimiento continuo y del establecimiento de un sistema de control preciso, el cual se da por medio de sistemas formales de comunicación y por sistemas informales que van desde la intuición y la corazonada hasta la elaboración de escenarios en la computadora; sin embargo, sólo una cosa es cierta: en la administración estratégica no hay recetas infalibles.

Las teorías generadas en la literatura sobre administración gerencial tienden a ocultar el hecho de que la toma de decisiones es un proceso complejo que debe analizarse con cuidado y precaución y que a la vez es un proceso que implica la aceptación y la toma de riesgos, muchos de ellos inconmensurables y muchos más impredecibles.

Hay ocasiones en que una organización que cuenta con una misión bien definida y clara, con objetivos y estructura congruente y con una clara definición de políticas generales falla en su operación pues no tiene una percepción y una acción clara en la realidad.

Una misión debe atender también al cumplimiento de ciertas demandas de los diversos grupos. Hay ocasiones en que la estrategia obrero patronal es la más importante, por ejemplo cuando existen ambientes laborales tensos o cuando existe amenaza de huelga; sin embargo, en épocas de estabilidad esta estrategia no es tan importante. 

El papel de un buen administrador estratégico consiste en definir claramente las prioridades y asignar los recursos en forma tal que el equilibrio se mantenga. Los grupos que actúan en forma cercana con la organización son muchos y exponen diversas demandas, creando un ambiente de competencia para la asignación de recursos que debe ser definido por el dirigente. Una buena administración estratégica implica sopesar las demandas y definir el grado de oportunidad y amenazas que aquellas producen.  Las demandas no sólo son de los diversos grupos de interacción para con la empresa, pues ésta también tiene demandas hacia los diversos grupos. 

Así como la empresa demanda de los accionistas o de los clientes ciertas acciones, éstos demandan otras en reciprocidad. Si alguna de estas demandas pierde propósito o no cumple con ciertos requisitos de aceptación, se vuelve inútil y tarde o temprano no puede ejercer presión para que sus necesidades se satisfagan. Una de las funciones más importantes que debe cumplir cualquier directivo es el mantener fuentes de información que permitan percibir cambios en las demandas y en las prioridades. El fracaso o el éxito de muchas organizaciones se ha basado en la existencia o ausencia de estos mecanismos de información.

Existen muchos ejemplos de empresas que fueron famosas, que subieron a alturas increíbles de fama y prestigio y que desaparecieron tras pocos años de existencia. Existen también ejemplos de empresas que tras muchos años de éxito y de tener una imagen definida y clara desaparecieron por no haber apreciado las amenazas que existían en el medio ambiente. Es por ello que la administración estratégica no es una ciencia, es un arte. La técnica se sustituye, el arte no, y es por ello que la administración estratégica como arte requiere de personas con sensibilidad y con un grupo de herramientas que auxilien la toma de decisiones.

La importancia de la administración estratégica estriba en la dificultad de encontrar personas que tengan esa sensibilidad, y que puedan entender la realidad y extraer de la misma las oportunidades y amenazas que se presenten y que permitan la consecución de la misión o el establecimiento de salvaguardas para que las amenazas no se cristalicen en problemas. 

Un buen directivo percibe en el ambiente las amenazas y las oportunidades, y conoce sus puntos débiles y fuertes. Esto le permite crear estrategias congruentes y efectivas, e instrumentarlas e implantarlas en forma adecuada. 

Un aspecto importante de cualquier estrategia es que exista una instrumentación clara de la misma. Instrumentación que debe concebirse en una forma flexible, pues el medio ambiente es cambiante y requiere de dicha flexibilidad. Pero aquí es donde surge una disyuntiva: requerimos de una flexibilidad que permita un cambio rápido, pero a la vez un cambio excesivo indica inestabilidad y falta de claridad en la definición de la operación.  Esta disyuntiva, casi paradójica, es quizás la línea divisoria más difícil de establecer y donde muchas veces la intuición y la experiencia en el puesto juegan el papel más importante, pues como dice el refrán: más sabe el diablo por viejo que por diablo.

La paradoja de cambio consistente, como se conoce al dilema antes propuesto, presenta una característica curiosa: es necesario cambiar para enfrentar amenazas y tomar ventaja de oportunidades, y a la vez es necesario presentar una imagen de consistencia ante los grupos de influencia que permita un cierto grado de predicción y anticipación. 

El dilema que enfrenta el administrador estratégico es uno de análisis concienzudo y acción rápida una vez que la decisión sea tomada, y que incluya el sopesar alternativas para elegir la más convincente y así actuar y tomar riesgos.

La importancia de la administración estratégica, por tanto, se basa en la necesidad de entender el medio ambiente y aprovecharlo para la consecución de la misión de la organización. 

La administración estratégica no es privativa de la empresa privada. Es más, su importancia es aún mayor en las organizaciones públicas, tanto gubernamentales como de otra índole, pues implica un conocimiento claro del medio ambiente y un proceso claro de definición de una misión, no necesariamente basada en el rendimiento financiero sino en la visión futura deseada para la organización, y una serie de acciones que permitan que las cosas sucedan. Por ello es importante entender el medio ambiente y determinar que las reglas generales de acción son, en general, un reflejo simple del menos común de los sentidos: el sentido común.

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