La preocupación por el deterioro del medio ambiente y los recursos naturales ha aumentado, de acuerdo con lo señalado en Agenda 21,“Se necesitan desarrollar indicadores de desarrollo sustentable para proporcionar bases solidad para la toma de decisiones en todos los niveles y contribuir a autorregular la sustentabilidad del ambiente y el desarrollo”. En México esta responsabilidad correo a cargo del Instituto Nacional de Ecología (INE), a través del Sistema Nacional de Indicadores Ambientales de la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT)y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
La vegetación natural es el principal reservorio de la biodiversidad. El desarrollo de las actividades productivas (principalmente de la agricultura y la ganadería), el crecimiento de la infraestructura (de comunicaciones y eléctrica, fundamentalmente) y el desarrollo urbano, han reducido la vegetación natural remanente en México y el mundo. La disminución de esta superficie conlleva necesariamente a la degradación ambiental y a la pérdida de biodiversidad y de los servicios ambientales que brindan los ecosistemas naturales. En este sentido, el indicador denota el estado que guardan actualmente, respecto a su superficie original, los ecosistemas naturales en el país.
Las Áreas Naturales Protegidas, los Humedales de la Convención Ramsar y los Programas de Pago por Servicios Ambientales son tres de los principales instrumentos de política ambiental dirigidos hacia la protección de la biodiversidad y los servicios ambientales que brindan los ecosistemas naturales. Adicionalmente se han implementado otros esquemas que, además de permitir el uso de los recursos naturales, consiguen disminuir la conversión del uso del suelo y la degradación de los ecosistemas. Este indicador muestra los avances conseguidos hacia la protección y el uso sostenible de los ecosistemas naturales y sus recursos.
Las especies en riesgo representan la reducción actual o potencial de la biodiversidad de un país o región. Los listados de especies en riesgo han sido empleados como indicadores del estado de la biodiversidad por los gobiernos de muchas naciones y por organizaciones internacionales. El porcentaje de especies en riesgo, para ciertos grupos taxonómicos, es útil como indicador del estado de la biodiversidad nacional.
El manejo inadecuado de los residuos sólidos urbanos (RSU) genera distintos problemas, principalmente la contaminación del aire, suelo, aguas superficiales y subterráneas; la generación de biogases (con su consecuente riesgo de toxicidad y explosividad); la emisión de gases de efecto invernadero; las afectaciones a la salud por enfermedades transmitidas por fauna nociva y el deterioro del paisaje. El indicador denota, por un lado, el riesgo potencial al ser humano y al ambiente causado por la disposición sin control de los RSU, y por otro, los avances conseguidos en su manejo en el país.
La calidad del aire es un problema ambiental en algunas ciudades del país. Una mala calidad del aire trae consigo afectaciones a la salud de la población, por lo que es necesario contar con información acerca de las fuentes generadoras de los contaminantes y del estado de la calidad del aire. El indicador permite conocer la frecuencia con la que se exceden los umbrales máximos definidos en las normas existentes para proteger la salud de la población en las principales ciudades del país.
El deterioro de la calidad del aire afecta la salud humana y el medio ambiente. Aun cuando la población expuesta a la contaminación atmosférica, en niveles por arriba de las normas, es un indicador adecuado para alertar sobre los potenciales riesgos a la salud, no existe la información para documentarlo debido a que la red de monitoreo no abarca todas las zonas urbanas del país. En virtud de ello, se ha seleccionado como indicador aproximado las zonas metropolitanas o poblaciones con monitoreo de la calidad del aire, el cual denota también el esfuerzo encaminado hacia la ampliación de la cobertura del sistema de monitoreo nacional.
Los estudios de vulnerabilidad ante el cambio climático señalan a México como un país vulnerable a sufrir, con mayor frecuencia e intensidad, sequías, inundaciones y huracanes, así como una mayor escasez y deterioro de la calidad del agua y cambios en la distribución de la cubierta vegetal. Debido a que el cambio climático es consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, el indicador permite conocer la magnitud y las tendencias de la presión a la atmósfera asociadas a las emisiones de GEI a nivel nacional.
El adelgazamiento de la capa de ozono estratosférico es causado por el consumo de las llamadas Sustancias Agotadoras del Ozono (SAO), entre las que destacan los clorofluorocarbonos (CFC) empleados en la refrigeración y el aire acondicionado. El consumo ponderado de SAO considera de manera integral el ciclo de vida de estas sustancias (producción, importación y exportación), así como su capacidad específica para destruir el ozono, por lo que resulta útil para conocer el papel y los esfuerzos de México para controlar el problema del adelgazamiento de la capa de ozono.
Uno de los problemas más graves con el agua ocurre cuando los volúmenes que se extraen son mayores a la disponibilidad natural, lo que afecta no sólo a las reservas de aguas superficiales y subterráneas, sino también a las poblaciones humanas y de otras especies que habitan o dependen de los ecosistemas dulceacuícolas. El grado de presión se calcula dividiendo el volumen autorizado de extracción de agua por el volumen de agua disponible y sirve como indicador para evaluar la sostenibilidad de la extracción de este recurso en el largo plazo. Su empleo se sugiere también como una medida de la vulnerabilidad del país o de una región particular frente a la escasez de agua.
Cuando la extracción de agua excede a la recarga natural media de los acuíferos de la región, se considera la presencia de condiciones de sobreexplotación. El indicador se presenta desagregado por región hidrológico-administrativa debido a las diferencias geográficas en cuanto a la disponibilidad de agua. El indicador supone que los usuarios utilizan aproximadamente el mismo volumen que tienen concesionado. Para el cálculo se emplea la recarga natural media, que puede ser distinta a la recarga natural del año correspondiente.
Cuando las aguas residuales municipales e industriales se descargan sin tratamiento, la calidad del agua de los cuerpos a los que se vierten puede afectarse negativamente. Las aguas residuales no tratadas representan un riesgo para la salud humana por los agentes tóxicos e infecciosos que contienen, además de contribuir al deterioro de los ecosistemas acuáticos presentes. El indicador sobre tratamiento de las aguas residuales denota el esfuerzo enfocado a la disminución de los efectos negativos sobre los ríos y lagos a los que se vierten las aguas.
El oxígeno disuelto es un parámetro importante para evaluar la calidad del agua. Su presencia es necesaria para la existencia de la vida acuática y la calidad estética de los ríos y lagos, mientras que su ausencia crea condiciones sépticas y de mal sabor y olor propios de la putrefacción que afectan los ecosistemas e impiden el uso de los recursos hídricos sin tratamiento previo. Las descargas de materia orgánica domésticas e industriales en los cuerpos de agua reducen, por la acción microbiana, la concentración del oxígeno disuelto. El indicador evalúa la proporción de los sitios de monitoreo en cuerpos de agua superficiales que tienen baja calidad evaluada por medio de la demanda bioquímica de oxígeno (DBO5).
El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre formada por material mineral y orgánico, agua, aire y organismos vivos. En él se realizan múltiples servicios ambientales entre los que se encuentran los ciclos biogeoquímicos, la infiltración de agua, el sostenimiento de las plantas y el soporte físico de las obras de infraestructura que permiten el desarrollo de la humanidad. El uso inadecuado del suelo altera sus características físicas, químicas y biológicas, lo que promueve su degradación. El indicador denota la proporción de la superficie nacional afectada por cuatro procesos de degradación causados por el hombre: erosión hídrica y eólica y degradación física y química.
Los ecosistemas forestales proveen de servicios ambientales importantes, tales como la madera y la leña, materiales diversos para construcción, fibras, ceras y aceites esenciales. Son también reservorios importantes de la biodiversidad, permiten la formación del suelo, el reciclaje de nutrimentos y la protección contra la erosión, entre otros servicios. Sin embargo, el cambio de uso del suelo, así como su manejo no sostenible, entre otros factores, han puesto en peligro su permanencia y la provisión de sus servicios ambientales. Con la finalidad de promover el uso sostenible de los ecosistemas forestales en el país, a mediados de los años noventa surgieron iniciativas como el Programa para el Desarrollo Forestal (Prodefor) y el Proyecto para la Conservación y Manejo Sustentable de Recursos Forestales en México (Procymaf). También inició su operación el Programa para el Desarrollo de Plantaciones Forestales Comerciales (Prodeplan), cuyo objetivo ha sido, entre otros, apoyar el establecimiento de plantaciones forestales comerciales a fin de reducir las importaciones de productos forestales y crear alternativas de desarrollo sostenible y diversificación productiva.