La argumentación es una habilidad que debe desarrollar todo abogado, puesto que es parte de su profesión y le permitirá desarrollarse y ser capaz de llevar a buen término los asuntos que tenga a su cargo.
La argumentación jurídica son un conjunto de razonamientos que utilizan abogados o jueces para demostrar, justificar, refutar, persuadir, fundamentar alguna postura con la finalidad de llegar a un resultado que favorezca al litigante y su cliente o que dé solución a un asunto controvertido por parte del juez.
La lógica es una ciencia formal que se encarga del estudio de problemas de formalización de los lenguajes naturales o de los métodos para determinar la validez de las inferencias. Es empleada por los abogados para evaluar la validez de las construcciones argumentativas que elaboran.
La argumentación jurídica elabora conjeturas para llegar luego a conclusiones mediante afirmaciones lógicas, es decir, deben ser evaluadas por la razón y el sistema normativo o jurisprudencial en el que se encuentren. Las afirmaciones de la argumentación jurídica se elaboran y utilizan por aquellos que pretenden impartir justicia cuando redactan su sentencia sobre un caso controvertido, basándose en la jurisprudencia, la doctrina, la ley y un sentido de justicia o cualquier otra fuente de argumentación que le aporte elementos para dar una salida viable a la problemática acorde a lo que establecen las normas aplicables.
El argumento es una afirmación razonable que pretende probar algo. En este sentido, al argumentar se pretende, mediante la razón, justificar una idea, una propuesta, explicar un hecho o conducta, interpretar o imprimirle un significado a una ley o cualquier documento que sirva para que sea tomada como cierta y aceptada.
La argumentación es puesta a prueba constantemente en un juicio, y aunque deben ser persuasivas y convencer al receptor, no es necesario que las pruebas no se puedan refutar o vencer, pues su objetivo es servir en alguna medida a dicho convencimiento.
En la doctrina encontramos a algunos autores que interpretan la realidad no como un hecho externo a los sujetos, sino como un consenso construido a partir de la interacción de los sujetos, por lo que en un juicio será verdadero un hecho según si se logra un consenso para determinar que así sea.
Para llegar a este convencimiento y validar nuestras las afirmaciones, podemos usar una gran diversidad de estructuras lógicas, por ejemplo, una estructura consiste en apoyar la afirmación en hecho verosímiles o verdades que previamente ya fueron aceptadas. Otra estructura consiste en apoyar la afirmación en un esquema lógico-formal que no admita contradicción. Además, se puede apoyar la afirmación en un esquema lógico matemático, como las técnicas científicas o un razonamiento matemático irrefutable. También se puede sustentar la afirmación en un esquema discursivo que motive y persuada para la realización de algo. Finalmente, se puede sustentar la afirmación bajo un esquema teleológico, o dirigido a la finalidad, es decir, persuadir en virtud de los objetivos, de un bien superior y final que debe ser perseguido por cualquier medio como la justicia.
Al argumentar se puede utilizar el discurso como mecanismo para llegar al convencimiento de una afirmación. El discurso es un concepto que se refiere a la construcción de un mensaje a partir de recursos expresivos.
Su elaboración dependerá del contenido que se aborde o de la temática, del contexto donde será desarrollado y los elementos expresivos producidos que cuentan con funciones diversas.
Descriptivo
En un discurso se puede utilizar también la descripción como mecanismo para exponer las cualidades de los hechos, objetos o fenómenos que se describen representando la realidad a través de la palabra.
Cualquier aspecto en la realidad puede ser descrita, desde aquello que se puede palpar como un objeto, hasta conceptos más abstractos como un sentimiento o una intención, se puede hacer una representación lingüística de personas, paisajes, emociones, etc., mediante secuencias descriptivas que proporcionen diversos datos e información como sus características, funcionamiento, partes, comportamientos, ventajas y desventajas, semejanzas o diferencias.
La descripción puede dominar en un texto o ser solo complementaria y combinarse con otras formas de leguaje como la explicativa o la argumentativa.
Jurídico
El discurso jurídico se pretende construir bajo un razonamiento jurídico, además del convencimiento de una afirmación. Mediante argumentos convincentes se espera aclarar las ideas de los jueces sobre un hecho controvertido, explicar porque un hecho se realizó o no, o si la persona es culpable o inocente, también sobre en qué momento y cómo se debe aplicar a ese caso la norma jurídica y su interpretación.
Los discursos jurídicos se ventilan en un tribunal, sea el abogado de cualquiera de las partes debe estructurar sus ideas partiendo del análisis de la palabra como la unidad mínima de expresión para indicar objetos o hechos; la frase, como unidad de expresión más profunda; el párrafo, que une las frases y oraciones para proporcionar una argumentación más completa; y finalmente, el discurso que es una forma acabada de razonamiento.
Los discursos Jurídicos son aquellos que se pronuncian ante un tribunal, bien como abogado defensor o como acusador.
La teleología es una rama de la filosofía que estudia el fin de las cosas, su relación con el derecho la encontramos al reflexionar en el derecho como un conjunto de normas que persiguen siempre un fin que es la convivencia armoniosa de la sociedad y la justicia.
Un abogado al hacerse cargo de un caso utiliza entre sus argumentos el teleológico, cuando elige fundamentar sus ideas en una interpretación de la ley en la que el fin de la norma se cumpla mejor o en mayor medida que en las otras interpretaciones posibles.
En este sentido, vemos que el derecho emplea criterios de interpretación que dan preferencia a las interpretaciones de las leyes que hagan posible la finalidad por la que se creó dicha norma, de modo que, aunque sea posible, razonable o lógico hacer una interpretación diferente, se prefiera apegar a lo que lo suele llamarse “el espíritu de la ley”, la finalidad que pensó el legislador al emitir un precepto de tal forma.
El proceso comunicativo humano es muy complejo, implica el intercambio de ideas construidas y deconstruidas de forma muy dinámica provenientes de los más diversos contextos, por lo que fácilmente se cae en malas interpretaciones, contracciones o negaciones de las que muchas veces no somo conscientes. En este sentido es muy importante el ejercicio de la lógica y la reflexión que nos permita ordenar las ideas y aplicarles ciertos principios que nos permitan evitar los más posible aseveraciones contradictorias o mutuamente excluyentes. Además, por supuesto, de un correcto uso del lenguaje verbal.
No obstante, lo anterior no es suficiente para lograr un exitoso intercambio comunicativo, será necesario, además, dominar el contexto en el que se expresa algo, los signos no verbales que acompañan el mensaje y la entonación. Aspectos que pueden cambiar totalmente el significado de una frase
Finalmente, el último punto que abordaremos esta semana es el interesante fenómeno de los sentidos y las ambigüedades que regularmente ocurren en el lenguaje.
La ambigüedad en el lenguaje consiste en que en un solo mensaje se expresan dos ideas que no se excluyen entre sí y que pueden ser interpretados de diversas maneras, lo que genera inevitablemente incertidumbre y confusión.
Esta situación genera que los sentidos de la comunicación se vean alterados al existir la posibilidad de aplicar significados diversos de lo que se esté representando. Al seleccionar uno de estos significados, estamos anulando los demás posibles, generando un error de interpretación o lectura del mensaje cuando el significado que le atribuimos es distinto al significado que imprimió el productor de mensaje.