En Roma antigua las sucesiones mortis causa tuvieron una importancia capital entre los romanos, prueba de ello son las dos vías de sucesión que se establecieron desde la época de la Ley de las XII Tablas y la regulación que se les dio en los diferentes periodos históricos.
La sucesión les dio certeza a los herederos y legatarios, así como a los acreedores del de cuius acerca de la titularidad sobre la masa hereditaria. Los legados tuvieron relevancia propia como una forma particular de sucesión.
El fideicomiso fue una figura legal creada por los romanos para otorgar beneficios a terceros que no eran propiamente herederos ni legatarios, y que debe diferenciarse de los fideicomisos modernos, ya que tiene características y objetos diferentes.